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El Tiempo Se Acaba

Te tengo una mala noticia: El tiempo se acaba.
El mío, el tuyo, el de tus amigos. Todo el tiempo, tarde o temprano, se acaba.
Esta es una frase que me hubiera gustado entender cuando era joven.
Esta es una frase que me hubiera gustado que alguien me la hubiera comunicado, de tal forma, que hubiera sido imposible para mi, oírla por un oído y que me saliera por el otro.

El tiempo se acaba.

He cometido una increíble cantidad de estupideces en mi vida. He perdido el tiempo tan absurdamente, que al día de hoy me avergüenzo de mi mismo por haberlo hecho.
La pereza de no levantarme ese día que necesitaba hacerlo. De no hacer esa llamada telefónica, por que no tenía saldo. De no ir a buscar trabajo, porque el coche no tenía gasolina.
La arrogancia de creer que las oportunidades me iban a buscar a mi casa, en lugar de ir yo a buscarlas.
El rechazar la ayuda de quienes me la ofrecieron, por que estaba esperando algo mejor.

El tiempo se acaba.

Sin embargo el tiempo también es sabio, y supo que un día, en algún lugar y de la manera más insospechada, yo entendería finalmente esa frase, como quiero que tu también la entiendas: El tiempo se acaba.

Y supo también que ese día me ayudaría a cuestionarme, si estaba dispuesto a seguir perdiendo el tiempo o empezaría a hacer algo al respecto.
Ese día sentí el verdadero dolor de perder el tiempo.
Ese día me cuestioné sin piedad.

¿Cuánto tiempo mas quieres seguir perdiendo, antes de empezar a buscar tus sueños?
¿Cuánto tiempo mas quieres seguir perdiendo, antes de empezar a construir tu futuro?
¿Cuando va a ser el día en el que te gritarás a ti mismo, que ya estas harto de dejar pasar las oportunidades, que estás harto de ver como otros te rebasan sin piedad, en el maratón de la vida, mientras tu te conformas con el lugar 1247, 1248, 1249?

Pues ese día me llegó a mi, como también te llegará a ti.
Llegará ese día en el que finalmente podrás salir de la depresión en la que te encuentras, y que te ha robado un día, un mes, un año.
A mi me robó tres años. Tres años en los que alimenté rencores, corajes y frustraciones.
Tres años de fracasos que me llegaron a convencer, que todo lo que había hecho en mi vida no valía nada. Que mi vida no valía nada.
Y ahí estaba yo, cuando de la manera más insospechada, entendí la frase: El tiempo se acaba.

En ese momento empecé a sanar emocionalmente. Me levanté, me sacudí y empecé a utilizar el órgano más maravilloso que tenemos, y el que más fácilmente se ofusca cuando alguien nos hace daño, el cerebro.

A ti que me estás leyendo te digo lo siguiente:

Tienes todo el derecho de sentir coraje, miedo, dolor o frustración.
Tienes todo el derecho de llorar y gritar cuando te han hecho daño.
Tienes todo el derecho de sentir pena de ti mismo.
Tienes todo el derecho del mundo de usar tu tiempo para curar tus heridas físicas y emocionales.

Pero ni un minuto mas.

Cuando el dolor y la pena hayan bajado, y ya no te estrangulen hasta el punto en el que te era difícil respirar. Ese es el momento de sanar.
Levántate, sacúdete y empieza a buscar tu razón de vivir.
Te lo dice alguien que no quiere esperar a que el tiempo se acabe. Que estuvo ahí, en ese infierno, y que regresó para decirte que vales mucho, que tienes el potencial para alcanzar tus metas, que todo empieza cuando das el primer paso y que el día para empezar es hoy.

 

Recuerda que tienes una misión: Atrévete a ser grande.

 

HASTA LA PRÓXIMA ...

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