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Confianza y Constancia

Una aldea enfrentó una situación de emergencia, cuando una gigantesca roca bloqueó completamente el único camino que la comunicaba con las aldeas vecinas.

De manera infructuosa durante la mañana, usando caballos, palancas y palas, los aldeanos trataron de limpiar el camino, sin conseguirlo y llegaron a la conclusión de que era imposible hacerlo sin ayuda de explosivos, de los cuales carecían.

En eso se encontraba el cónclave de los aldeanos, cuando se presentó un miembro de la aldea que poseía una musculatura formidable, el,cual acompañado de un pesado marro, se acercó lentamente a la gran mole que obstruía el camino. La revisó detenidamente y le informó a la concurrencia que él lograría lo que los demás consideraban imposible.

Ante tal declaración, el asombro y consiguiente cuchicheo no se hicieron esperar.
El gran hombre hizo una flexiones y se preparó para iniciar la imposible tarea. Se aferró con ambas manos al mango del marro, y sin pensarlo mucho lo dirigió con todas sus fuerzas, en una trayectoria directa hacia la inmensa roca. El ruido del impacto fue ensordecedor y retumbo por toda la campiña. Una vez que el polvo se había asentado, los aldeanos pudieron observar el resultado de ese esfuerzo. La roca no había sufrido el más mínimo indicio de que su estructura se había visto afectada.
Sin inmutarse, el gran hombre procedió a repetir la acción por segunda vez. El resultado fue exactamente el mismo. La roca permanecía en su lugar.

Después de que el gran hombre repitió en una decena de ocasiones más su esfuerzo, sin obtener ningún resultado, los aldeanos empezaron a juzgar la imposibilidad de la tarea y a criticar la inutilidad del esfuerzo por la falta de resultados inmediatos.
Veinte, treinta, cuarenta y cincuenta repeticiones después con el mismo resultado, provocaron que algunos aldeanos regresarán a sus casas, pues se habían cansado de no ver los resultados esperados.

Los que permanecieron, mas por morbo o diversión, intercambiaban comentarios burlescos o sarcásticos, ente lo infructuoso de la empresa. En ese tenor llegaron los intentos sesenta, setenta, ochenta y noventa .

Cuando el gran hombre impactó su marro por centésima ocasión, un pequeño trozo de roca se desprendió y cayó a sus pies. El escarnio y la burla fueron de proporciones mayúsculas. Tanto esfuerzo para tan pobre resultado.
El gran hombre permaneció enfocado en su objetivo y continuó con su tarea.
Ciento cuarenta y nueve golpes llegaron, trayendo consigo ciento cuarenta y nueve fracasos.

Al llegar el impacto ciento cincuenta, la gran roca se partió limpiamente por la mitad.
El asombro de los pocos aldeanos que aún permanecían en el lugar fue inmenso. Ante sus ojos había sucedido lo imposible. El rumor corrió como reguero de pólvora y el resto de la aldea corrió hacia el sitio para observar la gran proeza.

Loas y gritos de júbilo resonaron por todo el valle, y la noticia corrió por toda la aldea.
El gran hombre había quebrado la piedra de un solo golpe. Y así quedó escrito en los registros históricos de la aldea. El hombre mas fuerte del mundo los había salvado.

 

En muchas ocasiones prejuzgamos las tareas que podemos llevar a cabo, incluso antes de haber realizado el primer intento. Tomamos decisiones en base a la tarea que tenemos frente a nosotros, en lugar de revisar nuestras propias capacidades y nuestro deseo de verla convertida en realidad.

La confianza se gana con éxitos.
La constancia se gana con fracasos.

No te inmutes por las críticas de quienes ni siquiera tienen el valor de intentar las cosas.
Ten un objetivo claro y falla tantas veces como sea posible para lograrlo.
Llénate de constancia, que la confianza llegará en su momento.

La confianza se gana con éxitos.
La constancia se gana con fracasos.

 

Recuerda que tienes una misión: Atrévete a ser grande.

 

HASTA LA PRÓXIMA ...

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